El Museo del Romanticismo.
El museo del romanticismo, el cual se encuentra escondido
entre las calles de Argüelles (San Mateo 13), exteriormente tiene una apariencia un poco
austera, hecho que puede llegar a engañar al visitante con respecto al interior.
La entrada que en un principio parece grandiosa y magnífica (lo cual es totalmente cierto) es relegada a un segundo plano conforme la visita avanza por las habitaciones. Con esto me refiero a que con cada paso que se da en el museo, la armonía, la belleza y la riqueza sorprenden en cada momento al visitante y hacen que uno se quede con la boca abierta.
La entrada forma ya parte del inicio de la visita, pues es
el recibidor para los invitados. En ella se ha utilizado especialmente el
mármol en columnas y esculturas y hay una doble escalinata que dirige al primer
piso por ambos lados. Desde este punto, las veintitrés salas que se encuentran a
continuación se abren paso a nuestros ojos. En la casa hay múltiples y diferentes
habitaciones: un oratorio, varios baños, comedor, salones para invitados, sala de
fumadores, sala de billar, dormitorio masculino y femenino, así como el de los
niños, sala de teatro y literatura, despacho o escritorio, salón de música,
sala de espera, sala de baile, sala de ocio o juegos, salas familiares etc.
Algunas de las habitaciones tienen características comunes
con respecto a la decoración.Predomina los revestimientos de paredes con papel de estampados, muebles y
decoración hechas de madera, mármol, cristal y porcelana. En numerosas salas
encontramos pianos e instrumentos varios, como el arpa y cortinas y sillones tapizados con las mejores
telas. Se denota el gusto de la clase alta por el arte (tanto
pintura como escultura) pues ambos se encuentran por doquier a lo largo de toda la visita. El
tema principal de la pintura son retratos familiares, escenas populares y fiestas. La escultura cuenta con retratos de personajes
importantes además de figurillas de porcelana representando al proletariado y los oficios. La mayoría de las habitaciones son iluminadas por grandes y esbeltas
lámparas y arañas de cristal que cuelgan
del techo. Los utensilios (desde los de cocina hasta los de baño), suelen estar hechos de porcelana, cristal, hierro y madera. Los dormitorios quizás sean(para mi gusto) las
habitaciones más austeras de toda la casa. Son bastante sencillas pero siempre
amuebladas con mobiliario de buena calidad tal como las camas, que están hechas
de caoba.
La última sala se compone de una escala en miniatura de la
casa con hologramas en la que se expone una representación de la vida en una de estas
casas de clase alta.
En definitiva el recorrido por el museo hace sentirse a uno sumergido de lleno en la vida de una familia acomodada de principios del siglo XIX (o por lo menos esta ha sido mi experiencia). Por ello invito a la gente a que se anime a visitar este emblemático museo.
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