Como cuando se hace un trabajo de sociales, o se escribe un argumento: se revisa cien veces, se corrige y se vuelve a corregir para hacer de él un texto perfecto.
Eso mismo pasa con nuestra vida. Como humanos que somos nos equivocamos y hacemos las cosas mal en millones de ocasiones, pero también hemos nacido con la habilidad de saber arreglar lo erróneo y lo que está mal. Como si fuéramos una goma o la tecla ''delete'' del ordenador y en nuestro propio historial borramos aquello que no es correcto o lo tapamos para poner encima la palabra que encaja. Se suele decir que de los errores se aprende, pues es totalmente cierto: cuando a lo largo de nuestra vida nos equivocamos, rectificamos para hacer de ella lo más perfecta posible, siempre reescribiendo lo escrito.
El reescribir lo escrito no solo permite corregir errores, sino que lo que se escribe por primera vez, seguramente será ya distinto a lo que hubiese sido de no haber cometido el error anterior. Porque los errores generan conocimiento, dan nuevas perspectivas y por tanto nos permiten escrbir nuestra vida en otra dirección.
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